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Magdalena García Durán: Esto es lo que realmente soy.




MAGDALENA GARCÍA DURÁN / Esto es lo que realmente soy

 

Tuvo que haber un levantamiento en Chiapas para que Magdalena volviera a hablar su lengua y regresara a portar su vestimenta. Cuenta que antes, por la discriminación alentada por personajes como La India María, se forzó a hablar español, a rizarse el pelo y hasta a usar zapatos de tacón, aunque, dice, “lo que traía dentro nadie me lo podía arrancar”.

Hoy la Concejala mazahua camina erguida por las calles de la Ciudad de México, con su falda y blusa plisadas en colores brillantes y su larga y entrecana cabellera trenzada con grandes listones. “Es lo que recuperé gracias a los zapatistas y esto es lo que realmente soy”, dice, mientras ofrece sus bordados de punto de cruz sentada a los pies del monumento a la fundación de la Gran Tenochtitlan, justo frente a la Suprema Corte de Justica de la Nación, la misma que le otorgó el amparo para ser liberada, absuelta de todo cargo, luego de 18 meses de injusto encarcelamiento.

Ni el consabido “usted disculpe” le dieron a Magdalena cuando le abrieron las puertas de la cárcel. “Viví en carne propia la represión. Fue un momento doloroso de dejar la familia, de que ya no encontré vivos a los que estaban enfermos cuando entré, de no ver a mis nietos nacer. Pero no todo es malo, es una experiencia a la vez bonita, porque en vez de callarnos se extendió la semilla. Se sembró más porque se hizo consciente la gente”, dice Magdalena en la entrevista que transcurre entre el Zócalo capitalino y la comunidad mazahua de San Antonio Pueblo Nuevo, municipio de San José del Rincón, Estado de México, donde nació.

Defensora de los derechos de los indígenas radicados en la Ciudad de México y activista de La Otra Campaña, iniciativa zapatista que en el 2006 recorrió el México de abajo, Magdalena García acudió al llamado de solidaridad de los floristas reprimidos en San Salvador Atenco y Texcoco en mayo del 2006, cuando, como lo consignó Amnistía Internacional, la policía federal incurrió en graves violaciones a los derechos humanos durante las masivas detenciones de activistas y ejidatarios, incluyendo evidencia de abuso sexual contra al menos 26 mujeres.

Magda fue con un grupito de mazahuas a Chiapas, atendiendo a la convocatoria de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona lanzada por el EZLN en 2005. “Yo venía caminando con La Otra Campaña y quedé en hablar el 1° de mayo en el Zócalo junto al subcomandante Marcos. Ahí hablé y dije que las calles eran de nosotros, los que más teníamos hambre. Eso fue el 1° de mayo de 2006, y el 4 íbamos a hacer un recorrido en la vía pública. Pero el 3 surgió el problema de los floristas de Texcoco, que no los dejaban vender en el mercado, y los de San Salvador Atenco habían ido a apoyarlos. En el evento de Tlatelolco escuché a América del Valle. Dijo que las floristas fueron detenidas, golpeadas, sacadas de su casa. También dijo que si podían llegar a Atenco, porque habían matado a un niño”.

Por la noche, recuerda, “otro grupito y yo analizamos si queríamos ir a solidarizarnos en el velorio del niño en Atenco. Yo sí quise ir y fuimos tres personas. También iban a hacer una marcha, entonces llevamos fruta picada, chicharrones y papas para venderlas, porque eso hacemos. Casi a las seis de la mañana del día 4 llegaron los policías, los granaderos. Yo estaba arriba en la camioneta. Echaban bombas, parecía avispero con los helicópteros arriba. Cerramos la puerta de la camioneta para que no nos vieran, pero ni cuenta me di de cómo destaparon la parte de atrás para bajar a un compañero. Yo estaba adelante y un granadero me jaló de mi cadenita y otro bajó al otro compañero. Les empezaron a pegar y me bajaron a mí, me querían robar lo que traía en la bolsa. Luego me golpearon, me amenazaron, me encarcelaron. Estuve un año en el penal de Santiaguito, en Almoloya, como si fuera una criminal peligrosa”.

Aquel día sangriento aventaron a Magdalena en una camioneta boca abajo y entre varios policías la empezaron a patear. “Me pisaron con sus botas, que tenían como clavos. Iban también otras personas y les tiraron como ceniza caliente y les quemaron la panza. Yo sentía que me iba a morir. En un momento pensé que me ahogaba, porque traía un jorongo”. En el camión al que la subieron vio “los montones de gente encimada”, unos cuerpos sobre otros, y escuchó los quejidos de la gente. “Yo no quería pisarlos, pero ellos me jalaban los cabellos para llevarme hasta atrás pisando a todos. Me encimaron sobre dos más y me pusieron el pie. Yo estaba llena de sangre por los golpes de los toletes. Dijeron que si alguien se movía, que lo mataban. Y pues yo tenía mucho miedo”.

A Magdalena y a más de 100 detenidos los llevaron al penal de Santiaguito. “Yo pensé que éramos pocos, pero adentro había un montón golpeados, heridos. Me deprimí. No quería vivir, pero después pensé que en cualquier lado en el que uno esté, puede trabajar. Y entonces me puse a bordar”.

La acusaron de delincuencia organizada, secuestro equiparado y ataques a las vías de comunicación. Amnistía Internacional tomó el caso y la declaró “presa de conciencia”, y en más de 80 países se movilizaron por su libertad. Hasta el penal le llegaba información de los plantones exigiendo justicia. Y afuera hasta serenata le llevaban. “¡Magdalena, te queremos un chingo!”, le gritaban.

Estuvo un año en Santiaguito y seis meses y cinco días en el penal de Molino de Flores, Texcoco. “Lo que me dio fuerza era que yo no era lo que ellos decían. Sabía que algún día iba a salir y a demostrar que era inocente. No era una secuestradora, sólo hablaba por la lucha, por un cambio. Nunca iban a encontrar algo malo de mí”, dice Magda, quien recuerda cada minuto vivido en la cárcel como si hubiera sido ayer. “Salí absuelta, sin culpa de nada, porque no hice nada. Pero los que de verdad hacen, están libres y pasean por todos lados”.

Nunca quiso que nadie de su familia la visitara en la cárcel. “No quería que ellos fueran a dejar huellas ahí, firmas, que los esculcaran. Los protegí, pienso”. Saliendo se fue directo al plantón de La Otra Campaña que permaneció en la explanada del penal todo el tiempo. Y, junto a sus compañeros, se fue caminando a la Villa de Guadalupe.

Ya en libertad, sus compañeras mazahua la llamaron para contarle que de nuevo no las dejaban trabajar en la vía pública. “Fui a darme una vuelta y me encontré con todo eso. Me volvió a dar coraje, cuál era el chiste, cuál era la ley. Me volví a organizar con otras compañeras y a las cinco de la mañana nos pusimos en la puerta para hablar con el gobierno del Distrito Federal”.

Así, del injusto encierro se trasladó a “la vida injusta de la calle”, por lo que “siguió la lucha y la resistencia para lograr que se respetara el espacio donde estábamos. Y hasta hoy estamos porque creemos que el espacio y la Madre Tierra no tienen dueño, nos sostienen, de ahí sacamos para vivir y ahí sigue la lucha”.

https://floreseneldesierto.desinformemonos.org/magdalena-garcia-duran-esto-es-lo-que-realmente-soy/

video: https://floreseneldesierto.desinformemonos.org/videos/magda.html

galería: https://floreseneldesierto.desinformemonos.org/magda-foto/


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