Pronunciamiento de la Red Universitaria de Apoyo al Concejo Indígena de Gobierno.
Desde la Red Universitaria de Apoyo al Concejo Indígena de Gobierno (Ruacig) miramos con horror y repudiamos los ataques porriles, realizados el pasado lunes 3 de septiembre del 2018, en contra de una manifestación estudiantil que se llevaba a cabo en la explanada de Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). También hacemos explícito nuestro compromiso hacia nuestras compañeras y compañeros del Colegio de Ciencias y Humanidades - Azcapotzalco, reconocemos sus demandas y aprendemos de su digna rabia.
Más que dar respuestas, desde la Ruacig, nos movemos a partir de la pregunta. Son varias y diversas nuestras interrogantes al escenario de terror que se ha convertido el país y los espacios universitarios. Sin embargo, con indignación y tristeza, observamos que todos los cuestionamientos coinciden: para los calendarios de arriba las juventudes somos una población desechable, las historias de dolor no importan, lo que importa es que los de arriba no pierdan privilegios.
Sabemos que en la UNAM también existe un arriba y un abajo. Todo indica que los hechos del pasado lunes 3 de septiembre son una disputa arriba que le causó dolor e indignación al abajo, a la comunidad universitaria. Los porros no se mandan solos, un ataque con esas características: a plena luz del día, con armas blancas y explosivos, transmitido en vivo por la televisión y bajo la anuencia de los órganos de seguridad de la UNAM, deja claro el mensaje: si los de abajo se organizan para reclamar y exigir, esto es lo que les puede pasar.
Basta con voltear la vista atrás para saber que la realidad que vive nuestra universidad es insostenible. Feminicidios, violaciones, agresiones sexuales, asesinatos, desapariciones, narcomenudeo, porrísmo, discriminación, atiborramiento de salones, precarización laboral y de infraestructura. Lesvy, Luis Roberto, Marco Antonio, Karen, Pavel, Miranda son algunos de los nombres que la violencia sistemática dentro de la UNAM nos ha hecho nunca olvidar. Toda lucha parte de la memoria.
La UNAM atraviesa un grave problema de seguridad. Sin embargo, obedecer una lógica securitaria y de terror no va a resolver el problema. La paz que necesitamos en nuestra máxima casa de estudios tiene que ver con la justicia y la verdad, no con el control, la vigilancia y el encierro. Expulsar a algunos porros que agredieron impunemente es sólo una parte, mientras no se castigue a los actores intelectuales y a los organismos que los financian, los porros no van a desaparecer. En una universidad donde las autoridades sean cómplices del narco y financien porros, en facultades donde profesores y funcionarios acosan y abusan sexualmente de alumnas y en un país que no ofrezcan alternativas reales para las juventudes, siempre habrá grupos así. Si vivimos en un país machista, violento y capitalista, habrá gente que saque provecho de violentar, agredir y explotar.
Ante esta situación, aplaudimos la respuesta valiente y contundente de los estudiantes, más de cuarenta escuelas y facultades en paro es una lección de dignidad. La masiva marcha del miércoles 5 lo reitera. Queda claro que la Universidad somos sus estudiantes, maestros y trabajadores, somos nosotras quienes debemos decidir el rumbo de ella, ni partidos políticos, ni empresas, ni funcionarios o grupos de interés particular. Ya hemos gritado un No contundente a las cosas que nos agravian y queremos transformar como comunidad universitaria. Ahora toca, creemos, construir un amplio movimiento colectivo sobre cómo queremos que funcione nuestra universidad, garantizándonos el autocuidado y las formas de decisión democrática desde nuestras comunidades. Sólo de la comunidad universitaria organizada puede venir una respuesta a los desafíos que tenemos enfrente.
Desde la RUACIG hemos acompañado al Concejo Indígena de Gobierno y su vocera Marichuy, con la convicción de que ¡Nuestra lucha es por la vida! esta consigna es más vigente que nunca ahora en la UNAM. La Ruacig apoyará y caminará al lado de este digno movimiento que hoy se levanta. Ahí está nuestra gran pugna histórica dejar de ser espectadores y pasar a actuar, con compañeros y compañeras, por una Universidad que sea nuestra.
Por Lesvy, Graciela y Sol, Mariela Vanessa, Miranda Mendoza, Marco Antonio, nuestros 43 compañeros de Ayotzinapa, con Emilio, Joel y Naomi.
No olvidamos, no perdonamos.
Red Universitaria de Apoyo al Concejo Indígena de Gobierno (RUACIG)
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