Empeñadero
GUSTAVO ESTEVA
https://www.jornada.com.mx/2018/12/17/opinion/014a2pol#
Empeñarnos es realizar un esfuerzo inmenso para deshacernos del legado de Enrique Peña, para despeñarnos. Empeñar es también que lo propio se haga ajeno, como al visitar el Monte de Piedad. Y empeñarse es hoy, en México, asumir hábitos del régimen peñista.
El primero de diciembre nos despeñamos, pero vino después el AMLO Fest. con un espectáculo que pretendía mostrar una nueva relación entre el gobierno y los pueblos indios. Fue un ejercicio ofensivo y ridículo, por el cual se entregaba el bastón de mando al presidente o gobernador en turno para afirmar dominio y subordinación.
En los pueblos, la ceremonia que se imitó de esa manera grotesca tiene carácter muy distinto. Los mayas peninsulares la organizaron por última vez en 1847. La vara de juramento que aún usan muchos pueblos simboliza la lealtad de la nueva autoridad a su comunidad. La vara o el bastón no dan poder o mando sino compromiso. Y es una ceremonia íntima, entre personas que se conocen y respetan, que asumen plenamente su significado compartido.
Lo que se hizo en el Zócalo viola esa intimidad y sigue la tradición del PRI, para proclamar el sometimiento de los pueblos indios ante el Presidente. (…) Los 30 millones de votos dieron a AMLO legitimidad formal y facultades administrativas. No debe confundirlos con representación real. (…) Los pueblos que seguimos llamando indígenas no creen en la representación. La más legítima de sus organizaciones, el Congreso Nacional Indígena, no pretende representarlos. Marichuy nunca se asumió como representante; fue la vocera del Concejo Indígena de ¬Gobierno.
Quienes fueron al Zócalo, seleccionados desde arriba y rompiendo en muchos casos acuerdos de asamblea, no representan a los pueblos y ni siquiera a sus comunidades. Se prestaron, por unas migajas, a simbolizar una subordinación al poder que en modo alguno comparten los pueblos. Hacia afuera, especialmente para los no indígenas, el símbolo era claro: los pueblos entregaban a AMLO el mando. Pero eso es, precisamente, lo que los pueblos nunca han hecho ante los poderes, a los que han resistido por más de 500 años.
(…) Aunque sus motivos e intenciones fueran muy otros, el nuevo capataz (AMLO) tendrá que atenerse a la lógica del capital. Actúa dentro de límites muy estrictos, dentro de los que se mueve gente hecha al acasillamiento, a la esclavitud y la servidumbre, los que no saben qué hacer con la libertad. A veces, como explicó el subcomandante Moisés, los caporales que vienen de abajo son los peores con el látigo (enlacezapatista 20/8/18 y 12/4/17).
Los pueblos andan en otra cosa. Abajo corren otros vientos.
https://www.jornada.com.mx/2018/12/17/opinion/014a2pol#
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